Del Refuerzo Escolar Fenicia a la educación superior

Anderson Bernal tiene 18 años, acaba de ingresar a la Universidad Libre con una beca otorgada por Jóvenes a la U. Y Sebastián Medina, de 19 años, obtuvo el mejor puntaje en el ICFES de su colegio. Estos dos jóvenes hicieron parte del Refuerzo Escolar Fenicia (REF) gran parte de su adolescencia y ahora ven materializados sus planes y proyectos de vida. 

 Aparecen en las fotos: Anderson Bernal y Sebastián Medina. Fotos cortesía de Astrid Rincón y Fredy Bernal. Collage: Daniela Rodríguez. 

Anderson Bernal recuerda su último día de colegio con una gran pérdida. Era el partido de la final del torneo de fútbol de grado once en el Colegio Escuela Mayor de Comercio en el barrio Egipto. Anderson era el capitán de su equipo, acababa de comenzar el partido y ya iban ganando. “Dejé que uno de mis compañeros entrara y pues, por una rivalidad inmadura, se pusieron a pelear con los del otro equipo y nos descalificaron”, relata Anderson. 

Definitivamente, una pérdida que le pesa en el alma. Pero que hoy, casi cuatro meses después, mira en retrospectiva como algo positivo “De los errores se aprende y ahora al llegar a la universidad me doy cuenta de que es un paso muy grande. Allá eres más libre y autónomo que en el colegio. Allá el aprendizaje es por parte tuya, uno toma sus propias decisiones”, dice. 

Anderson entró a primer semestre de ingeniería de sistemas en la Universidad Libre y asegura que descubrió su gusto por la programación y computación durante una actividad del Refuerzo Escolar Fenicia (REF) “nos llevaron a unas clases de programación en la Universidad de los Andes. Nos pusieron a hacer muñequitos y nosotros mismos programábamos. Desde ahí me interesó, como algo que palpitaba dentro de mí, pero no lo sabía”, cuenta. Luego, en una feria universitaria en el campus Uniandes, se decidió por su carrera. 

Por su parte, Sebastián Medina participó en el REF con el apoyo académico en las tardes. Este fue el único estudio extra que cursó para lograr el mejor puntaje en el ICFES de su colegio, Manuel Elkin Patarroyo del barrio La Perseverancia. “Con este puntaje me presenté a la beca de Jóvenes a la U y apliqué a varias universidades, una de ellas Los Andes, que es donde estoy en lista de espera”, cuenta Sebastián. 

Su deseo es estudiar ingeniería mecánica el movimiento, la física y, sobre todo, crear cosas le apasiona. Le llama la atención la rama automotriz y en el futuro le gustaría crear una empresa para poder ser su propio jefe. 

Si para Anderson la Universidad de los Andes fue un medio y aliado a la hora de escoger su carrera, para Sebastián, es un objetivo. “Yo quiero estudiar en Los Andes porque es una universidad de renombre. Tiene un campus muy bonito y amplio. Y las ingenierías son buenas”, dice Sebastián. 

Su determinación acentúa con mucha fuerza las ganas que tiene de estudiar y de convertirse en esa persona que siempre planeó. Le sonríe a su mamá mientras le da las gracias por todo el apoyo que ella le ha brindado siempre, pero también se agradece a sí mismo el obtener ese reconocimiento que solo es el primer peldaño en la escalera que deberá subir para alcanzar los objetivos de su vida profesional. 

Tener claro qué se quiere hacer por el resto de la vida, a tan temprana edad es una prueba que Anderson y Sebastián están dispuestos a afrontar. Con el apoyo de sus familias, profesores y mentores han establecido un camino que hasta ahora inician. 

Anderson está en su semana de inducción y con el paso de los días, valora cada vez más sus años de colegio. En sus clases recuerda temas que vio en bachillerato, “Ahora, sobre todo, me gustan las matemáticas. Vimos un tema que entiendo, pero no del todo. Es difícil y me gusta que sea así porque las cosas fáciles, ¿para qué? Las cosas fáciles las consigue cualquier persona”, relata Anderson. 

Las transiciones por las que atraviesan tanto Anderson como Sebastián son diferentes. Así como Sebastián disfruta de la paz y tranquilidad de recién graduarse; Anderson aprecia el poco tiempo que le sobra para descansar, compartir con amigos o su familia. 

Ambos concuerdan en que esta etapa de su vida no es crucial. Este es solo el inicio de un nuevo viaje. Donde deben proponerse nuevas metas, decidir por sí mismos lo que quieren alcanzar y prepararse para sobrepasar todos los obstáculos que se les pueda presentar en el camino.