Juan y su pedacito de campo en la ciudad.
Tomates, acelgas, brevas, pimentones, fríjoles, no hay casi nada que usted no pueda encontrar en la huerta de Don Juan. Este pedacito de campo en la ciudad tiene sembrado todo lo que se pueda imaginar.
Verde, más verde y puntitos de otros colores es lo que va a ver si visita la huerta de Juan Cortés, habitante del barrio Las Aguas . Los puntitos son los frutos de las más de 30 variedades de vegetales y frutas que hay sembradas en su huerta. Lugar que, aunque de entrada parece pequeño, tiene tres caminos para recorrer y hasta un espacio para sentarse en la tierra a hacer abono natural.
Fue un árbol de durazno el que lo llevó a querer empezar esta huerta. Después de verlo crecer se animó a sembrar tomate. “Esas dos plantas eran toda mi huerta hace ocho años”, recuerda. Hoy mide, aproximadamente, tres metros por dos, pero él quisiera hacerla más grande. Sin embargo, es difícil porque el suelo, en su mayoría, es de greda. En un inicio, el Jardín Botánico le llevaba bolsas de tierra y abono para sembrar. Ahora, él mismo hace su compost con residuos de vegetales y frutas, estiércol, pasto, ramas secas y otros ingredientes.
Para Juan, el amor por las plantas empezó gracias a su padre, que era jardinero. “Con él peleábamos mucho porque yo no permitía que me les quitara una hoja seca a mis matas”, cuenta. En ese entonces tenía 17 años. Hoy tiene 56 y la emoción que siente por cultivar y hacer todo con sus propias manos sigue intacta. Esta es la razón por la que, además, asiste a la huerta comunitaria que Progresa Fenicia creó en la zona del Contenedor. Allí hasta los niños tienen su propio espacio y todos los vecinos del barrio pueden sembrar, obtener alimentos y, sobre todo, aprender.
Juan, aunque a veces se ha sentido desanimado porque no es fácil poner a toda la comunidad de acuerdo, cree que la huerta comunitaria tiene mucho potencial para crecer e invita a todos los vecinos a que hagan de ella un espacio para la unión.
"Mi anhelo es tener una huertita en mi nueva vivienda", dice mientras suspira. Para él es muy importante que el proyecto de renovación incluya un espacio de cultivo. Según Johnny Tascón, director del Componente Técnico, esto puede ser posible, pues “la agricultura urbana es una oportunidad para el proceso de transformación del Triángulo de Fenicia en la medida en que podemos utilizar terrazas, áreas libres y zonas comunes para el cultivo de especies”.
Además de él, sus dos vecinas, Tránsito Torres y Mariana Rosa Barrera, también tienen huertas. Lo que tradicionalmente se hace en el campo, ellos tres lo hacen en la ciudad.
Para Juan Felipe Pinilla, asesor jurídico de Progresa Fenicia, iniciativas como la de la huerta comunitaria y la de Juan son un ejemplo de que, a pesar del proceso de transformación y renovación, es posible tener diferentes tipo de usos y apropiaciones de los espacios. “En la Fenicia Renovada seguramente será posible que en las áreas comunes de las copropiedades esos usos se den, aún en un contexto espacial diferente”, añade. Esto, en últimas, tiene que ver con la apuesta de sostenibilidad que el proyecto también tiene.