Un libro sobre la memoria barrial de Las Aguas y sus transformaciones
Tatiana Rodríguez Maldonado, desde el 2014, se dedicó a escribir su tesis de Maestría en Comunicación acerca de los cambios que ha sufrido la memoria colectiva del barrio Las Aguas. En 2019, El Peregrino Ediciones la publicó como la crónica Barrio Tomado: el discurrir de Las Aguas en Bogotá.
Fotos de Clemencia Beltrán. Cortesía de Tatiana Rodríguez.
El interés de Tatiana por las temáticas urbanas se estimuló durante los años en que trabajó para el Concejo de Bogotá como asesora del concejal Carlos Vicente de Roux. En ese tiempo, manejó la página web del Concejo y trazó diferentes estrategias de comunicación para comunidades análogas. Paralelo a esto, trabajó en CENSAT, una organización ambientalista que fortalece la acción investigativa, teórica y práctica de la preservación ambiental.
En 2014, gracias a la periodista Maryluz Vallejo Mejía, su directora de tesis de maestría, Tatiana se enteró del proyecto de renovación urbana que promueve la Universidad de los Andes en el Triángulo de Fenicia.“Cuando lo supe, me alerté. Quise entender, ¿qué va a pasar? ¿Cómo es? Y a la vez quise saber más de este barrio antes de que cambie del todo”, dice Tatiana, que no conocía la comunidad.
Su primer acercamiento al barrio fue a través de documentos fotográficos e informativos en el archivo de Bogotá. Después, tuvo su primer contacto con la comunidad en la Iglesia de Nuestra Señora de Las Aguas. De ahí fue a la Junta de Acción Comunal (JAC) y conoció a Germán Madrid, el presidente de la JAC en ese momento. Después, conoció a Clemencia Beltrán, actual vocera de la Unidad 4 y quien le ayudó a contactar a otros vecinos. En medio de esa búsqueda, en CENSAT, conoció a Germán Castañeda, un admirador del barrio Las Aguas. Él la acercó a Pepe Sánchez, el creador de “Don Chinche”, que le dio acceso a invaluables documentos audiovisuales y fotográficos del barrio.
Los rostros y las historias que Tatiana conoció en Las Aguas quedaron representados en su crónica, que creó una memoria barrial única. Hizo un minucioso recuento historiográfico de las más importantes edificaciones del barrio como los antiguos molinos, la Iglesia de Nuestra Señora de Las Aguas, la Quinta de Bolívar, la cervecería Germania, la antigua cárcel del Buen Pastor, entre otros.
Atravesó todas las décadas y las diferentes olas sociales que llegaron a Las Aguas y encontró en la historia contemporánea paralelos con el pasado. Por ejemplo, la casa de don Quique en el callejón, entre la Calle 22 y la Carrera 1era. Como recuerda Germán Madrid, ese paso “era toda una institución”, allí hubo festejos comparables a los que sucedían en la Quinta de Bolívar.
Según Tatiana, la sociabilidad que existe en el barrio es irremplazable y, mientras haya un plan de renovación urbana que demarque nuevas zonas, según un uso específico, las representaciones barriales de los antiguos y nuevos habitantes de Las Aguas serán incompatibles. “Una cosa es la ciudad orgánica, que crece y va generando solidaridades y otra cosa es la ciudad planeada, que controla y establece espacios”, argumenta.
En su crónica reconoce que la adaptación a los cambios y desarrollos urbanos es una de las constantes de esta zona. Pero hace énfasis en que la preservación del alma del barrio dependerá de la nueva comunidad que se configure en este sector de Bogotá, ubicado entre la Avenida Circunvalar, la Carrera 3era, la Av Jiménez y la Calle 20. Esta comunidad incluye a la Universidad, que inició la comprensión y estudio de Las Aguas en 2010, cuando nació el Programa Progresa Fenicia.
Tatiana resalta que el Proyecto, en su rol de actor principal en el barrio, debe establecer espacios de diálogo, de manera que pueda entender “¿qué es lo que la gente va a extrañar? Porque va a haber pérdidas y a estas se les debe hacer un duelo. Hay cambios que van a ser dolorosos, el barrio va a tener otra cara”, concluye.
Los procesos de renovación urbana han pasado por alto las preguntas que formula Tatiana en su trabajo. Desde Progresa Fenicia, creemos que este Plan Parcial es una oportunidad para hacer una renovación en el que la memoria de la comunidad de Las Aguas continúe escribiéndose, a través de las familias que han vivido aquí por generaciones, y las que continúan llegando.